Immanuel Kant
Immanuel Kant, la razón y la rutina
Immanuel Kant es el nombre que viene a la mente cuando uno piensa en el filósofo de oficio, un hombre de universidad que dedicó toda su vida a la docencia (que no tuvo ningún incidente ni acontecimiento digno de mención).
Los poetas leen a Platón. Los políticos, a Aristóteles. Los científicos, a Epicuro y Lucrecio. Los curiosos, a Montaigne. Los matemáticos, a Descartes y Leibniz. Los revolucionarios, a Spinoza... Pero ¿quién lee a Kant? Sólo los profesores de filosofía, absurda caterva tan incapaz del riesgo del pensamiento como fascinada por el mecanismo de pensar. Kant lo tiene todo para encandilar a los doctores: una jerga especializada, una estructuración muy compleja y ambigua, que se presta a la paráfrasis, una pretensión sistemática, pequeñas oscilaciones de opinión —dentro de una fundamental coherencia— que permiten hablar de un «primer Kant y un «segundo Kant». También ofrece una cierta impenetrabilidad para el profano, notas moderadamente edificantes y una crítica «seria» de la tradición que posibilita la inacabable disputa entre los «tradicionalistas» y los «modernos» en el seno tibio de la Academia. Es el filósofo soñado para un curso, el autor que mejor encaja en el plan de estudios.
Kant fue un gran ilustrado. Perteneció al Siglo de las Luces, el siglo XVIII, y él mismo se preguntó y estudió qué podía querer decir ser ilustrado. «La minoría de edad —escribe Kant— estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la Ilustración.»
Necesidad de una crítica de la razón
El pensamiento moderno establece unánimemente que la razón es la instancia última desde la cual han de determinarse no solamente el quehacer científico y la acción moral, sino también la ordenación de la sociedad y el proyecto histórico en que esta se realiza.
Esta unanimidad coexiste, sin embargo, con una notoria diversidad de interpretaciones sobre la naturaleza, la tarea y el alcance de la razón.
La diversidad de interpretaciones de la razón es vivida agudamente por Kant. La expresión «¿Qué significa orientarse en el pensamiento?» (título de uno de sus opúsculos más importantes) manifiesta la necesidad de filosofar y el sentido que la filosofía tiene para el pensador de Königsberg.
Fuente:
Juan Manuel. (Enero 20, 2009). Immanuel kant. Junio 12, 2017, de Filosofía Sitio web: http://www.filosofia.net/materiales/sofiafilia/hf/soff_9_1.html
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